lunes, 20 de julio de 2009

El sabor a olvido..
























Todo tiene, irremediablemente, sabor a olvido... se percibe casi una predicción de un amargo final. Los pétalos rojizos y suaves de esta rosa están al final de su tallo. Quien se atreve a escalar entre las espinas para alcanzar la belleza que existe en la cumbre? Las espinas me han herido, llevo muchas de ellas enterradas en mis manos, y en el resto de mi cuerpo. He añorado alcanzar la rosa, y quizás he pedido demasiado. De todas formas se siente tan lejano. Quizás caiga al olvido antes de alcanzar la cima del tallo, quizás despertaré de este mundo onírico y absurdo para volver al mundo conocido. En el aire se perciben aromas a flor marchita. El cielo quiera que mis sentidos me estén engañando, y que si alcanzo la rosa no sea en vano... Porque las heridas no han dejado nunca de sangrar, y las espinas siguen cortándome la piel. Y quien me dirá si vale la pena seguir? Quien...?

3 comentarios:

Marie Deschamps dijo...

Oh, pero ese dolor es irresistiblemente dulce, ¿verdad? ¡Qué importa alcanzar la rosa! Lo que nos gusta es imaginarlo. Después de todo, si la alcanzáramos, ¿qué haríamos luego? Jamás estamos satisfechos, mademoiselle, usted bien lo dice...sed non satiata.
Le mando un saludo.

Florencia Madeo Facente dijo...

Todo tiene, sí, sabor a olvido. Tal vez porque no existe cosa -salvo una- que se salve de él, y lo que no calla la conciencia más tarde callará la muerte.
Por eso, señorita, no debe dejar de escribir. Las palabras se las lleva el viento, estoy de acuerdo, pero pregúntenle a Poe si los corazones no laten luego de haber sido enterrados.
Saludos!

Anónimo dijo...

Mírate al espejo de noche con los ojos cerrados, y la respuesta invadirá tu alma como pluma danzando entre vientos.