viernes, 10 de julio de 2009

Cuando claman las Bestias..



La Bestia lo somete inevitablemente a su pecaminoso juego. La naturaleza madre le ha hecho de Sed el alma, y no hay nada que pueda hacer para negarlo. Lo arrastrará y lo torturará de todas formas si no la escucha.
La Bestia lo habita por completo, grita y llora dentro de él. Observa la carne, la suavidad de la piel, el relieve de las formas, la ansiedad de los latidos, la timidez de los ojos inocentes y curiosos, el miedo leve a lo que inexorablemente va a suceder... Él no puede esconder a la Bestia, no debe privarla de saciar su sed. Es perseguido, incansablemente, por los recuerdos de sus desiertos... por la eterna sequedad de su alma, por la aspereza que tanto lastima, y ese letargo interminable...
Él sabe que la Luna siempre le ha dicho que hacer, él padece en silencio el llanto de la Bestia, que hace tronar las sombras por su insaciable Sed.
Cuando Él duda solo se pregunta: "¿Dejaría esta Bestia, que habita en mi, caer una sola gota acaso?" y entonces la Bestia contesta dentro de si: "No, jamás la dejaría caer"

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