martes, 26 de marzo de 2013



 
Como el círculo que es la vida, mi camino gira sobre la existencia... y otro otoño me encuentra, mas no soy la misma que fue en el otoño que despedí. Regresa el pincel divino a teñir de ocres mis caminos... vuelve la música que es el viento y las hojas secas bajo mis pies. Regresan las tardes grisáceas, las nubes saturadas de humedad y el sol piadoso de la mañana... Regresan las tazas de café caliente con chocolate. Mi pelo despeinado y sucio de hierbas secas, y el perfume... ese perfume característico que solo yo puedo percibir. Ese que huele a recuerdo. Ese que trae imágenes de una niña curiosa sentada bajo 'ese' árbol de la plaza, de una niña que mira los árboles desnudos desde abajo y se fascina con las ramificaciones mas increíblemente logradas, y por supuesto... esa otra que añora el olor dulce de un viejo libro, y que sus páginas amarillentas no hacen más que significarle otoño, eternos otoños. Ese perfume de lo que he sido y lo que han hecho en mí los otoños... resurge con otro ciclo vital. Porque saber de donde se viene, es saber a donde se va. Y siempre será el otoño una fiesta personal. Caminaré felizmente esta nueva celebración de Mabon, y celebraré cada día... pero cada tanto me detendré un momento a saludar al que ya no está. Una hoja en particular se ha secado y ha caído a la tierra... yo la llevo en los bolsillos del corazón, mientras NO DEJO DE CAMINAR... no dejo de caminar... no dejo de caminar...

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