lunes, 9 de noviembre de 2009

La Niebla

A veces el jardín en el que existo se cubre de una niebla extraña, una mas espesa y oscura que ninguna otra.
Puedo habitar en las sombras, puedo saborear el encanto de lo gris.
Pero esta niebla no es como las otras.
Hay un intruso que se esconde en mi jardín, que sale a veces a llenarlo de nieblas, de olores agudos, de voces confusas, miradas furtivas y visiones inefables..
Y todas las flores mueren, y toda la hierba se seca, y los árboles lloran.
Alguien grita, grita con los ojos porque tiene los labios sellados. Grita con el cuerpo pero no puede moverlo, grita con el alma. Y el alma es lo que mas grita.
Todo lo que siempre es belleza se vuelve horror. El silencio, la soledad, las sombras, el frío, el susurro, la caricia... Todo era belleza, pero la niebla se lo traga y lo devuelve convertido en horror. El silencio, la soledad, las sombras, el frío, el susurro, la caricia... Horror. El jardín es ahora un desierto, donde los gritos no tienen ecos, ni oyentes, ni ser que se apiade de ellos.. Donde el pecho es un hueco repleto de gusanos, gusanos que pudren el alma, que trituran la carne, que muerden y muerden sin descanso, que pululan rápidamente, que ahogan, que sofocan.. Y mi jardín es una selva pútrida y pestilente, de donde no puedo salir. La niebla cubre mi jardín, el intruso me habita como un demonio constante, él se alimenta de mi, vive en mi. Y los gusanos no dejan nunca de salir...

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