martes, 13 de octubre de 2009

La quietud

Me sostengo de una nada que rellena pero no alimenta.
El aire es vacuo, todo lo es. Porque la flor que florece aquí dentro, a mi no me apetece. Y espero con ansias a que todo sea gris, que todo se cubra de una nube fría y gris.
Porque la ausencia es gris. Porque allí no hay nadie. Entonces puedo salir. Todos duermen, todos callan, todos detrás de los muros. Y yo, al fin, fuera de ellos. Pero en este lugar no. En este lugar nunca se cubren las flores de gris.
La muerte es la quietud. Todo se mueve, todo habla, todo resuena de forma escalofriante sin detenerse a vivir. Yo en cambio, que estoy muy quieta, solo sueño. Porque el sueño es vivir. Y porque soy allí mas de lo que soy en este lugar.
Los lenguajes incomprensiblemente lejanos me persiguen, y los sonidos inertes me aturden como el silencio implacable de mi propia voz.
La muerte es la quietud. Y yo estoy... tan quieta.

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