jueves, 25 de junio de 2009

Lo inentendible de lo invisible.


La duda tiene, por compañera, a la huérfana meláncolía. No hay respuestas en los sentires, y aunque ya no veo la máscara, no conosco el rostro aún de las palabras invisibles que lograron alcanzarme desde lejos. Tengo solo una mirada, eso tengo. La mirada efímera que me miró.
Y cuán extraña es esta nostalgia que me inunda,
cuán desconocida y silenciosa. Nostalgia por un recuerdo que no recuerdo. El rostro invisible que se posaba a mi lado ha partido, olvidó llevar consigo esta tristeza, que sin quererlo me dejó.
Es un ardor frío en el pecho, áspero como la piedra inmóvil. Es una calma agotadora, esta quietud desesperante.
Me inunda un mar pesado, espeso, asfixiante. El tiempo es infinito. No hay superficie visible, no hay profundidad alcanzable. Marítimas Tinieblas. Lo que antes fue incertidumbre, luego fue miedo. Hoy hay tristeza. Y no conosco la cura. Es el peso de la frustracion antes de haber fracasado. Es la angustia injustificada de la desilución, aun cuando la ilucion no se ha disipado. Es el vacío despues de una pérdida, pero irónicamente aun no he poseido nada que se pueda perder. Es... lo que ha quedado.

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