miércoles, 8 de abril de 2009

Lo efímero




Deberiamos saber reconocer cual es el instante exacto en que la belleza de algo alcanza su máximo esplendor. Para observarlo, olerlo, palparlo, saborearlo, abrazarlo, impregnarnos de ese momento, fijarlo en la mente y conservarlo, así, en el alma. Luego soltarlo, y seguir nuestro camino sin volver la vista atrás. Porque todo lo que sigue a ese instante de esplendor, es decadencia... Y, ciertamente, no queremos presenciar aquello.

1 comentario:

Florencia Madeo Facente dijo...

La belleza, en el auge, solo debe ser apreciada, y no analizada. No querremos deshojar flores, oh no!
Por cierto, es un placer volver a saber de usted :).
Saludos!